domingo, 9 de octubre de 2011

Nada, es octubre



Domingo remolón, de lentos despertares.

Entre el sueño y la vigilia, 
un parpadeo de mariposas sutiles 
y el olor de las plantas 
que se cuelan primaverales anunciando 
frescuras de tranquilidad. 
Lo respira infantil, adolescente, sonríe
Aún la modorra la aquieta sobre la cama.

Al fin se levanta, lentamente. Tiene tiempo.

Sonríe, un bostezo lánguido, 
estira los brazos horizontales 
las piernas en longitud hacia el piso.

Descalza, camina sobre la alfombra, la madera, 
la cerámica, llega a la cocina. 

Con lentitud de pertenencia, prepara café.

Respira el aroma, se sirve una taza grande, 
rodea la taza con ambas manos, las entibia.
También en el jardín el sol ya alto, 
rodeando cada una de las hojas, verdes
las entibia.

Abre la ventana, 
deja la taza de café sobre el alféizar,
sale al patio, atraviesa el camino de lajas
entra al césped, 
Siempre con los pies descalzos
siente el frío de la piedra, del verde, 
le hacen cosquillas.Sonríe, se sonroja.
¡Hace tánto tiempo!

Se arreboza en la sutil transparencia
que protege su media desnudez
estira los brazos hacia el cielo, hacia el sol,
cierra los ojos, y deja que elpícaro 
y masculino calor, 
le recorra la cara y el pecho
Sonríe, se sonroja. Sonríe. 
¿Alguien la estará mirando?
El calor en su cara, no es de sol.
No. Nadie mira, ni se ha dado cuenta 
que ella está despertando.
- Soy Yo, de nuevo, Sol, soy yo -dice en su mente.
Y gira, se esponja el cabello, 
baila un poco Isadora Duncan, 
transgresora
se sonroja, se ríe, sonríe. 
Casi que grita su felicidad al aire

Uno de sus hijos, somnoliento, 
desde la puerta de la cocina
¿Ma? ¿Qué hacés?- interroga a media lengua
Nada- le contesta - es octubre. 
Vuelve a envolver con su rebozo, 
su pudor  de madre, y de mujer
Pero sonríe.

Pasa finalmente el domingo, 
llega un lunes de feriado, 
llega un martes de trabajo
llega el jefe de la oficina, serio, preocupado
casi imperativo, se detiene, la observa 
casi que frunce el ceño, le pregunta.

Ella simplemente sonríe y dice, 
nada, es octubre.

Yo, en mi trabajo, sonriendo esperanzado
sueño ser octubre.

Y sonrío, me río, de oreja a oreja
de pared a pared entre la montaña de papeles
que burocrática y asfixiante, me quiere tapar el sol

Llega una compañera de oficina, apresurada
presurosa me entrega una serie de expedientes
Son para ayer- me aclara, preocupada.
La miro, sonrío, me río, los tomo
- ¡Buen día!- le digo
_ No es para risa ¿qué te pasa hoy?

_ Nada, es octubre- le contesto

Arriba de nuestras pisos y oficinas
el de ella y el mío, y el de tántos otros
en edificios horizontales, cuadrados
neutros y avejentados, por sobre el smog 
y los miles de automóviles 
y ruidos alienados y asfixiantes
el sol está sonriendo.
_ Es que, nada, es octubre! 
le dice a la luna en retirada
Y ambos sonríen, esperando uno por la otra
a que llegue otro domingo de lentos despertares.





No hay comentarios:

Publicar un comentario