viernes, 13 de julio de 2012

ensayo de otoño

La obra musical es Camille Saint Säens
Canción de otoño es de Paul Verlain
De la imagen no tengo datos
El texto final  pertenece a la novela que estoy corrigiendo para imprimir, Amapolas de plomo, puñaditos de arena,inédita

Los sollozos más hondos
del violín del otoño
son igual
que una herida en el alma
de congojas extrañas
sin final.

Tembloroso recuerdo
esta huida del tiempo
que se fue.
Evocando el pasado
y los días lejanos
lloraré.

Este viento se lleva
el ayer de tiniebla
que pasó,
una mala borrasca
que levanta hojarasca
como yo.



 




Suenan los primeros acordes de Introducción y Rondó Caprichoso en La Menor, op 28, el humo se eleva invocando rituales de antiguos soles,  una lentitud de violín gitano susurra confidencias apasionadas al oído…. Ella las escucha,  gira lentamente sobre un pie, extiende sus brazos, inclina la cabeza, deja que el cabello le flote alrededor, se arremoline sobre su rostro, descienda envolviendo la cintura, desde la cual se quiebra, se levanta, rompe en un vertiginoso trompo andaluz,  se inclina, recobra el equilibrio, vuelve a girar y a girar, concentra la respiración. La mejilla incendiada en arreboles detiene abrupta sus ojos a centímetros de mi asombro.

¿Qué ves? me preguntan sus labios entreabiertos debajo de una mirada todavía adolescente pero desde la cual, nuevamente en giros de fuego, se deja caer sobre sí misma.

Que De Falla compuso el Amor Brujo cuando te vió danzar a Saint Säens,  le contesto, hipnotizado por los movimientos de quien, aun en el minúsculo espacio del cuartucho, se mueve con la suave elegancia de Maia Plisetskaya en los cisnes de Tchaikosky.  

_ ¿Y...qué más? - interroga sin mirarme cuando el piano suena estremeciendo el teclado y a mí mismo, su pecho levántándose en respiración agitada y voluptuosa, su larguísimo pelo extendido como una rosa negra alrededor de la cabeza perfecta. Desde ella hasta los pies, todo su cuerpo ondula ingrávido las llamas de un fuego interior, se  agita en etéreas convulsiones. La impetuosa cálidez de un Zonda y la refrescante electricidad de una tormenta tropical laten apasionadas en cada gesto de su cuerpo. No sé… no encuentro palabras… no encuentro las palabras adecuadas, mejor dicho… Suspira con los párpados cerrados y una languidez que ya querría Verláin para su Canción de Otoño. Deberíamos seguir el análisis político, digo para romper el hechizo. Me arrimo al tocadiscos y le bajo aún más el volumen. Mhm- dice ella abriendo los ojos, me mira, vuelve a suspirar profundo tratando de calmar su inquietud, pero dentro de su cuerpo se siguen estremeciendo los rondó fusionados con el amor brujo, y ellos por esencia, se resisten a ser calmados.   

   Pasa el tiempo. El brazo del tocadiscos se levanta, vuelve a caer sobre el mismo surco, Verlain continúa explicando que  “los sollozos más hondos del violín del otoño son igual que una herida en el alma de congojas extrañas sin final”.

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